
Uno de los puntos que se trató en el debate del 4 de marzo ha sido el periodismo del nuevo siglo, tras la lectura que lleva su mismo nombre. Tradicionalmente el periodista tenía como labor mediar entre los acontecimientos y los ciudadanos. Ahora esta tarea de mediación está quedando totalmente anulada gracias al auge de los nuevos medios digitales. Si antes el periodismo se veía caracterizado por tres palabras:ciudadano, realidad, e intermediario; ahora queda reducida únicamente a las dos primeras en su mayor medida. Y es que merced a la difusión de las redes el ciudadano se convierte en productor de la información. Además, ya no existe la figura de un intermediador. Es el propio ciudadano quien se pone en contacto con el periodista. Esta nueva fórmula ha abierto nuevos debates y lo que es aún peor, ha permitido la introducción de información errónea a los medios.
Por otro lado, otra de las ideas que recoge el texto tras la desaparición de la figura del mediador es la ausencia de reposo y reflexión de la información, dando lugar a informaciones simples y poco trabajadas. Asimismo, actualmente existe demasiada cantidad de información pero poca calidad periodística. Esto se ve claramente con la homogeneidad de las publicaciones. Los datos son más inmediatos y se actualizan constantemente, pero no son originales sino que todo está presentado bajo la fórmula del "copia y pega" que reciben de las agencias. Así que si a esta gran cantidad de información le restamos su calidad, la realidad no es analizada con gran reflexión y profesionalidad.
Pero, ¿si estamos desbordados de información existe un obstáculo para ser libres?
Muchos son los que siempre han defendido la diversidad de información, ya que incrementan la libertad de expresión por parte del ciudadano. Sin embargo, existe un punto en su contra y es que toda esa información termina siendo la misma. Todas las publicaciones en diarios se ven influenciadas por lo que reciben desde las agencias. Y como no, también la línea editorial repercute en lo que se escribe. Así que, ¿seguimos abogando por una libertad de expresión cuando la mayor parte de información es homogénea?
Como no, la solución nace de la originalidad y del partir de cero. Escribamos lo que investigamos, lo que encontramos, y por supuesto, lo que creemos -siempre sea cierto-. Porque copiar y escribir en base a otros textos, no es libertad.
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